(El Mundo, 22/09/2013)

Miquel A. Font. La urbanización del suelo rústico de Mallorca se disparó en la década de los 90 y el proceso continuó imparable hasta la llegada de la crisis. Se calcula que actualmente hay al menos unas 150.000 viviendas de uso residencial o turístico en los campos de la Isla que acogen a unos 400.000 habitantes. Del total de viviendas en rústico, al menos 30.000 son ilegales aunque a falta de un estudio en profundidad la cifra puede ser muy superior.

El proceso para el levantamiento de una vivienda ilegal en suelo rústico ha sido siempre el mismo. Se dispone de una parcela y se solicita al Ayuntamiento un permiso para levantar una caseta de aperos o un almacén agrario. Pasa el tiempo y la caseta se va ampliando, ahora ya sin licencia, hasta convertirse en una auténtica vivienda. También es frecuente pedir licencia para reformar una antigua caseta. Y de repente aparece un chalé.

Entre 1991 y 1995, según los registros del Consell de Mallorca, el número de solicitudes para construir en suelo rústico oscilaba entre las 400 y las 500 anuales. Cuando llegó el anuncio de que la superficie mínima para edificar en fora vila aumentaría de 7.000 a 14.000 metros cuadrados, las solicitudes subieron exponencialmente. En 1996 se alcanzó la cifra de 900 peticiones de licencia para rozar las 2.000 en 1999. Por término medio, el Consell de Mallorca autoriza unas 200 viviendas al año en suelo rústico.

Todo esto son cifras oficiales. No hay, por el contrario, ningún recuento de cuántas edificaciones son ilegales pero todas las cifras que se manejan oscilan entre las 20.000 y las 40.000. Según un informe realizado en 1999 por la UIB, el 80% de las edificaciones que existían entonces en suelo rústico eran ilegales. Si el proceso hubiera seguido así desde entonces, en los campos de Mallorca habría 120.000 edificaciones fuera de la ley si bien no existe ningún estudio en este sentido.

Otra práctica habitual para burlar a la Administración y conseguir una licencia para construir en rústico ha sido solicitar permiso para levantar una nave agraria, o bien para guardar el tractor o las ovejas sólo que en la parcela en cuestión no hay habitualmente tractor ni ganado. Sólo cuando se tramita la licencia se coloca un tractor prestado de adorno o algunas ovejas.