La república independiente de Sant Josep |
(Diario de Ibiza, 13/06/2007)
EIVISSA | E. R.
El abogado Gabriel Garcias considera que a José Serra se le puede considerar «un grosero» por no atender los requerimientos del Consell Insular, pero que en ningún caso se le puede acusar de un delito de prevaricación por omisión. «El Consell no es Dios», recuerda Eduardo Valdivia, el otro `top-ten´ de la abogacía penal en Balears. Cualquiera podría pensar que el PP se quedó corto con la reforma del Estatut al no crear la República Independiente de Sant Josep.
Gabriel Garcias, el abogado de José Torres, Tomàs, aseguró al final del juicio, y a modo de conclusión, que era lógico que su defendido no recordase qué sucedió el 14 de mayo de 1992 o que es perfectamente creíble que el expediente de la polémica licencia pudiera desaparecer de un día para otro. «Pueden pasar muchas cosas, y más en Eivissa», sentenciaba con este argumento irrefutable el letrado, al que en el pasillo del juzgado le calificaban como uno de los especialistas en Derecho Penal más prestigiosos de las islas. «Del Universo», respondía él con ironía mientras se elevaba unos centímetros del suelo.
O sea, Eivissa es así. Debería haber empezado por allí y seguramente los magistrados de la Audiencia Provincial podrían haber ahorrado a los acusados y a la canallesca seis horas de juicio. Puestos a creer en lo increíble, quizá la secretaria de la Corporación no advirtió a los acusados de que la licencia era ilegal porque, al igual que el expediente en su día desapareció por combustión instantánea, podría ser que los informes negativos se hubieran traspapelado entre tanto papel y nadie los hubiera echado en falta.
Los abogados de la defensa tienen claro que el delito de prevaricación ha prescrito, Más lo piensa Eduardo Valdivia, otro top-ten de la abogacía penal, que recordaba a los magistrados que, por si no lo sabían, estaban juzgando algo que ocurrió en «el siglo pasado», aun en color, eso sí, y de «la Barcelona preolímpica». No tuvo la ocurrencia de aportar como prueba el vídeo del zapatazo de Koeman en el estadio de Wembley que, sólo seis días después de que los acusados dieran luz verde a la construcción de la mansión de Puig d´en Serra, le dio al Barça su primera Copa de Europa. Seguro que los componentes de la comisión de gobierno de entonces hubieran podido aportar ayer a la Fiscalía y a los magistrados algún detalle de ese partido, en vez de sufrir la presión sobre preguntas de licencias que hoy en día, un siglo después, ya no vienen a cuento.
José Serra y sus compañeros no tuvieron que dar esa licencia, pero, según Gabriel Garcías, no cometieron un delito de prevaricación por omisión al pasar olímpicamente del Consell y de quien quiera que les tocase las narices con dicha licencia. «Que no contesto, pues soy un grosero», dijo. «Puede ser una grosería o una desobediencia, pero no un delito de prevaricación», recalcó el letrado. Por su parte, Eduardo Valdivia también quiso dejar claro que el Consell «no es Dios» y, como tal, el Ayuntamiento de Sant Josep, que sólo tiene la obligación de plegarse ante una aparición divina, no tiene por qué atender sus requerimientos de «forma inquebrantable». Cualquiera podría pensar que, en esta tesitura, el anterior gobierno del PP se quedó corto con el nuevo Estatut d´Autonomia de Balears al constituir sólo el Consell de Formentera y no pensar ya en la República Independiente de Sant Josep.
Serra Escandell puede ser un grosero por encima de otras disquisicitudes penales, pero quizá no tanto como para que sus compañeros de batalla en el Ayuntamiento y en el partido le dieran ayer la espalda y no estuvieran a su lado en los juzgados. Qué cerca y qué lejos a su vez queda ese brindis de cava en la sede del partido, tan criticado por el Pacto, cuando el partido aceptó a regañadientes que optase de nuevo a la alcaldía.
EIVISSA | E. R.
El abogado Gabriel Garcias considera que a José Serra se le puede considerar «un grosero» por no atender los requerimientos del Consell Insular, pero que en ningún caso se le puede acusar de un delito de prevaricación por omisión. «El Consell no es Dios», recuerda Eduardo Valdivia, el otro `top-ten´ de la abogacía penal en Balears. Cualquiera podría pensar que el PP se quedó corto con la reforma del Estatut al no crear la República Independiente de Sant Josep.
Gabriel Garcias, el abogado de José Torres, Tomàs, aseguró al final del juicio, y a modo de conclusión, que era lógico que su defendido no recordase qué sucedió el 14 de mayo de 1992 o que es perfectamente creíble que el expediente de la polémica licencia pudiera desaparecer de un día para otro. «Pueden pasar muchas cosas, y más en Eivissa», sentenciaba con este argumento irrefutable el letrado, al que en el pasillo del juzgado le calificaban como uno de los especialistas en Derecho Penal más prestigiosos de las islas. «Del Universo», respondía él con ironía mientras se elevaba unos centímetros del suelo.
O sea, Eivissa es así. Debería haber empezado por allí y seguramente los magistrados de la Audiencia Provincial podrían haber ahorrado a los acusados y a la canallesca seis horas de juicio. Puestos a creer en lo increíble, quizá la secretaria de la Corporación no advirtió a los acusados de que la licencia era ilegal porque, al igual que el expediente en su día desapareció por combustión instantánea, podría ser que los informes negativos se hubieran traspapelado entre tanto papel y nadie los hubiera echado en falta.
Los abogados de la defensa tienen claro que el delito de prevaricación ha prescrito, Más lo piensa Eduardo Valdivia, otro top-ten de la abogacía penal, que recordaba a los magistrados que, por si no lo sabían, estaban juzgando algo que ocurrió en «el siglo pasado», aun en color, eso sí, y de «la Barcelona preolímpica». No tuvo la ocurrencia de aportar como prueba el vídeo del zapatazo de Koeman en el estadio de Wembley que, sólo seis días después de que los acusados dieran luz verde a la construcción de la mansión de Puig d´en Serra, le dio al Barça su primera Copa de Europa. Seguro que los componentes de la comisión de gobierno de entonces hubieran podido aportar ayer a la Fiscalía y a los magistrados algún detalle de ese partido, en vez de sufrir la presión sobre preguntas de licencias que hoy en día, un siglo después, ya no vienen a cuento.
José Serra y sus compañeros no tuvieron que dar esa licencia, pero, según Gabriel Garcías, no cometieron un delito de prevaricación por omisión al pasar olímpicamente del Consell y de quien quiera que les tocase las narices con dicha licencia. «Que no contesto, pues soy un grosero», dijo. «Puede ser una grosería o una desobediencia, pero no un delito de prevaricación», recalcó el letrado. Por su parte, Eduardo Valdivia también quiso dejar claro que el Consell «no es Dios» y, como tal, el Ayuntamiento de Sant Josep, que sólo tiene la obligación de plegarse ante una aparición divina, no tiene por qué atender sus requerimientos de «forma inquebrantable». Cualquiera podría pensar que, en esta tesitura, el anterior gobierno del PP se quedó corto con el nuevo Estatut d´Autonomia de Balears al constituir sólo el Consell de Formentera y no pensar ya en la República Independiente de Sant Josep.
Serra Escandell puede ser un grosero por encima de otras disquisicitudes penales, pero quizá no tanto como para que sus compañeros de batalla en el Ayuntamiento y en el partido le dieran ayer la espalda y no estuvieran a su lado en los juzgados. Qué cerca y qué lejos a su vez queda ese brindis de cava en la sede del partido, tan criticado por el Pacto, cuando el partido aceptó a regañadientes que optase de nuevo a la alcaldía.